¿Cómo te criaron? Nosotros eramos dos hijos en casa, soy la menor y tengo un hermano. Y mi mamá me decía; «él puede llegar más tarde porque es varón». También la escuché decirle a mi hermano; «tú tienes que cuidarla». Creo que de ahí vienen mis ideas y limitaciones de que puedo o no puedo hacer sola, la actitud de que nadie me tiene que proteger y de que yo puedo llegar tan tarde y tan lejos como un varón.
Hace 8 años comencé a ir en bicicleta al trabajo desde mi hogar, recorriendo 6 millas ida y 6 millas vuelta. Lo comencé a hacer, mínimo con dos varones que me acompañaban, me sentía protegida junto a ellos y que nada me podía pesar. Ilogicamente pensaba que ni tan siquiera un vehículo podría hacerme daño. Al pasar del tiempo, comencé a sentirme incómoda con algunos, entre otras cosas porque querían salir en horarios diferentes a los que yo necesitaba.
Fue entonces cuando decidí comenzar a ir sola, recuerdo que lloré y dije; «es imposible que pueda hacerlo sola». Una compañera de trabajo me miró y me dijo; ¿Por qué no?, con su mirada me mostró cuan absurdas eran mis palabras. Entonces le dije; “tengo miedo”, temo a que alguien me agarre en la calle y me lastime. Entonces me dijo; analicemos, si tomas esta calle, en vez de esta solitaria ¿Cómo te sentirías?, comencé a imaginarme sola por las calles que había elegido. Al siguiente día lo intenté, viajé sola al trabajo, que gran logro, pero luego no quise regresar del trabajo a casa ese primer día, entonces llamé para que me buscaran en auto. Al siguiente día lo volví a intentar, y esta vez regresé de mi trabajo sola en bicicleta y llegué sana y salva. Fue entonces cuando realmente conocí la verdadera libertad. Y así lo hago desde hace 8 años. En el camino, en ocasiones remotas, encuentro hombres que me acompañan y agradezco esos momentos, pero ya no son vitales.

Al pasar los años y comenzar a pedalear en pareja, comenzamos a salir de donde sea en bicicleta, por más que haya viajado sola por años, una pareja representa una seguridad, en ocasiones, una imaginaria, porque ante un auto que nos venga a arrollar nada podrá interponerse. Sin darte cuenta, dejas de reconocer que podías sola y te vuelves codependiente de esa compañía. Es como si no pudieras rodar sin otra persona.
Volviendo a estar sola nuevamente y sacando mi pasión por ser libre de horarios, de tener que esperar por alguien, y sacando tiempo para mi y mis pensamientos, me fui a rodar 43 millas, con la misma confianza con lo que lo había hecho los pasados 8 años. Al salir bien contenta a cumplir mi meta, y con solo recorrer 3 millas, el Día de las Madres, con las calles solitarias, un domingo en la mañana se aproximaron dos jóvenes en motoras tipo «motrocross», uno de ellos se acercó más de la cuenta, abrió la mano y me pegó en mi nalga izquierda. Mi rostro se llenó de tristeza y mis piernas comenzaron a temblar. Los miré y una pasajera que iba en la motora de uno de ellos, me miró y se rió a carcajadas de la situación, los tres me miraron como queriendo ver mi reacción, no grité, estaba asustada. Pensé y me imaginé dando una curva y regresando a casa, pensé muchas cosas mientras el temblor de la pierna amenazaba con despegar la zapatilla del pedal. Al pasar unos minutos me dije; ¿qué pasa si continuo?, ¿los veré más al frente?. Las calles siguen vacías, ¿a quién le voy a gritar para avisarle?, y me dije; si viro no logro mi meta, no hay tiempo que perder, voy a continuar y continué con mucha fe. Dicen que cuando una meta está por cumplirse, siempre viene algo a dañarte para que desistas. ¿Creen que esto hubiese pasado si estuviese acompañada?
De repente recordé las veces que viajé a encontrarme con otras activistas con más experiencia en Suramérica, hablaron tanto del diseño de las calles tomando en cuenta a la mujer. En ese momento no podía hacerme parte, nunca había pasado por algo así, les confieso que entendía que esta necesidad era normal para otros países, pero no para Puerto Rico. Según mi pasada perspectiva, nosotras no necesitabamos calles pensando en mujeres. Estaba tan lejos de la realidad. No se sino quería creerlo o las pocas experiencias de acoso me dejaron ocultar que no estamos del todo seguras solas en la calle. Este relato no pretende que desistas de salir sola, yo no lo he pensado ni por un momento, solo quiero ponerte la señal de alerta en tus pensamientos y centrarnos en una realidad que tal vez no pase con mucha frecuencia, pero que pasa.
Y si se preguntan qué son calles pensando en mujeres, leamos un extracto de la Guía Metodológica para la Planificación y el Diseño del Sistema de Movilidad y Transporte de la Ciudad de Buenos Aires, Argentina:
Integrar la perspectiva de género implica abordar la violencia contra las mujeres; «como por ejemplo; el golpe que recibí por un hombre el Día de las Madres, mientras montaba en bicicleta por la 65th de Infantería (Carolina-San Juan)» – Pensemos: ¿Qué pudiera evitar que esto hubiera sucedido?, analizar lo que podemos mejorar, es conocer lo que nos merecemos.

La guía lee como sigue: «Cuando se piensa en infraestructura de movilidad y transporte, es necesario que se cumpla lo que se conoce como los 6 principios de seguridad de las mujeres. Los espacios deben ser:
- Con diversidad de actividades y personas
Promoción de actividades. Un espacio habitado fomenta la seguridad porque ante la presencia de personas, los delicuentes evitan mostrarse. Las actividades de pueblo logran reunir una cantidad de personas, el flujo de personas en las calles aumenta la seguridad. Apoyemos las actividades de nuestra comunidad y no dudemos a la hora de cooperar con alguna de ellas.
2. Acceso ayuda y apoyo, de manera formal e informal.
Identificación y visibilización de espacios con baja actividad y uso. Las rondas de patrullas son una manera formal de acceso a ayuda, personas dueñas de negocios que estén dispuestas a dar la impresión de seguridad en los alrededores de la ubicación de su local, muestran una presencia de apoyo informal y accesible a las víctimas de violencia.
3. Mantenimiento y planificación
Lugares en buen estado, alumbrados, con libertad de acceso a los peatones dan la impresión de una ciudad viva por donde todo el mundo camina y se deleita en sus alrededores, evitando las calles vacías donde pueden ocurrir más a menudo estos ataques. Planificar pensando en evitar rincones ocultos. Aceras amplias y accesibles. Pensemos en una cancha sin canastos a donde nadie va a jugar por su deterioro, y luego visualicemos una cancha pintada y atractiva donde muchos jóvenes y niños se sienten en la libertad de ir hasta solos para practicar sus lanzamientos.
4. Lugares señalizados
Mapas de la red de movilidad que te indiquen dónde estás y a dónde vas, el uso de letreros correctos ayudarán a la persona sola a sentirse seguros que van por el camino correcto y evitar que tomen caminos donde puedan sentirse perdidos o desorientados.
5. Ver y ser vista
Calles y locales libres de muros, que no le den visibilidad a los vecinos de lo que pasa al otro lado de la calle o a los dueños de negocios a ver que pasa detrás de la entrada de su local. La instalación de espejos que permitan ver los puntos ciegos que ocultan la presencia de personas en algunos espacios. Iluminación continua.
6. Comunitarios
Incluir siempre la participación de mujeres en las reuniones de planificación, para que puedan traer a la luz los lugares donde se sienten faltas de seguridad y que mencionen qué necesitan para sentirse seguras y puedan caminar libremente.
Para conocer más de como diseñar calles seguras para todos, accese al link de: Movilidad Cotidiana con Perspectiva de Género – Guía Metodológica para la Planificación y el Diseño del Sistema de Movilidad y Transporte
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