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Estamos llenos de iglesias en cada rincón de la isla, demostrando así que en Puerto Rico somos muchos los que creemos en Dios. Según estudio del «Pew Research Center’s Forum on Religion & Public Life» el 97% de los puertorriqueños profesa la fe en Cristo.
Kirvin Torres, director del Club de Ciclismo INVICTUS decidió hacer algo más que solo visitar la iglesia y participar de las distintas actividades que en ella se llevan a cabo. Sintió que debía hacer más para dar a conocer lo que para él había sido una bendición, lo que había cambiado su vida, conocer a Dios. Decidió combinar su amor al ciclismo con su pasión por llevar el mensaje a los que han olvidado lo que Dios ha hecho por nosotros.

Kirvin no se quedó en la idea de formar un grupo sino que comenzó a dar a conocer su intención y encontró que muchas personas compartían la misma idea de pertenecer a un grupo que combinara el ciclismo con la iglesia. La idea fue creciendo, y lo que comenzó con 3 miembros hoy en día ha sobrepasado los 50. Fue entonces que una iglesia le pidió formar parte de una bicicletada que harían en las comunidades cercanas. Kirvin no solo colabora con su participación y la de su grupo sino que ayuda a la iglesia en la coordinación del evento. Hoy podemos ver por nuestras carreteras ciclistas uniformados disfrutando de la isla y adorando a Dios en paisajes hermosos y visitando familias para llevarle un mensaje de amor.

He sido testigo de su trabajo en las calles. Muchas personas que viven solas, han sabido abrazar la idea de que lleguen personas montadas en bicicleta a regalarles una oración. El año pasado en una de las actividades dónde fuimos junto a miembros de una iglesia pedaleando por las comunidades, una señora se me acercó y nos pidió que si podíamos hacerle una oración porque le habían encontrado algo en el corazón. Miembros del grupo no dudaron en acercarse a ella y hablarle del amor de Dios y presentarle su situación al Señor.

El grupo no se limita a una denominación cristiana en específico sino que con tolerancia y amor abre un espacio a otros ciclistas cristianos que desean pertenecer al club, e inclusive de diversos pueblos de la isla, sin importar lo remoto. Sus corridas se realizan en casi todas las partes de la isla y son a una velocidad moderada y cómoda para todos, incluyendo varias paradas para compartir el mensaje de Dios.

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